¿Hay alguna habilidad en el «Cuadrado Negro» de Malévich? ¿Hay talento? ¿Hay sentido de la belleza? No. Hay un truco publicitario magistral. Hay un deseo de «explotar», de causar un escándalo, de impactar al espectador. Desde este punto de vista, Malévich es el mismo «artista» que Eróstrato es arquitecto y Chikatilo, perdón, es cirujano.
No puedo evitar recordar a mi favorito en cuanto a engañar a los idiotas: Andy Warhol. Una vez llamó a su estudio y le encargó a un fotógrafo que plasmara cierta imagen en seda, después de lo cual vino y, sobre el lienzo terminado… ¡orinó! ¡La tela con restos de orina de Warhol se vendió en Nueva York por 10 millones de dólares! Los «connoisseurs» saben qué papel tuvo Warhol en la creación de esta «obra maestra», pero la compran, ¡literalmente arrancándosela de las manos!
Los marchantes que recogen basura evidente en sus galerías saben lo que hacen. Al fin y al cabo, hay críticos que le darán un profundo significado a esta basura y harán pasar sus valoraciones como verdades generalmente aceptadas. Y expertos emprendedores con bolsillos abultados pagarán una buena cantidad por ESTO, recordando la confesión de Dalí de que «el mundo está lleno de cretinos», y después de un tiempo podrán revender la «obra maestra» por tres veces más. ¡Qué gran engaño!
Noelia Haro (Participó como una hermosa modelo)